La idea de la "teología antigua" fue introducida en Europa Occidental por Jorge Gemistos Plethon, el cual llegó al Consejo de Florencia en 1438-39 entre los enviados de la Iglesia Ortodoxa. Plethon es una personalidad enigmática. Ocupaba un alto cargo en Mistra, el último vestigio del Imperio Bizantino cristiano en el Peloponeso, y era experto en teología y leyes.
Causó una gran impresión en Florencia, especialmente a Cosme de Medici, motivado por ello a fundar la Academia Platónica en Careggi sosteniendo a Marsilio Ficino al frente de la misma. Sin embargo, después de su muerte, Plethon fue denigrado como pagano, debido a que en su obra Leyes, que sólo entonces salió a la luz, revivía el culto a los dioses griegos.
La lista de
Plethon de los antiguos teólogos (prisci theologi) era la siguiente: Zoroastro,
Orfeo, Aglaofemo, Pitágoras, Platón. A todos ellos salvo a Aglaofemo (el
iniciador órfico de Pitágoras) atribuyó Plethon escrituras canónicas. A
Zoroastro los Oráculos Caldeos; a Orfeo, los Himnos Orficos; a Pitágoras, los Versos
de Oro; y a Platón la República, las Leyes y otras obras conocidas. A este
canon, los platónicos florentinos pronto pudieron añadir el Corpus Hermeticum y
su autor, quien confidencialmente se asumía era Hermes Trismegisto.
En todos los
casos, salvo en el de Platón, estas atribuciones eran equivocadas. Los Oráculos
Caldeos, los Himnos Orficos, los Versos de Oro y el Corpus Hermeticum datan de
los primeros siglos de la era cristiana, mientras que Zoroastro y Pitágoras
vivieron en el siglo sexto a. C., y Orfeo y Hermes tal vez nunca existieron. La
ciencia moderna cayó como un balde de agua fría sobre el sueño de la teología
antigua, igual que cuando los eruditos bíblicos negaron a Moisés la autoría de
la Torah. Pero esto no debe impedirnos leer esas escrituras, por todo el
intrínseco valor que pueden tener.
El origen de los
Oráculos Caldeos es el mejor documentado y el más sugestivo. Existía en la Roma
del siglo II d. C. una familia de magos–astrólogos llamada los Juliani, quienes
al igual que la mayoría de los de su profesión pasaban como
"caldeos". No sería demasiado erróneo compararlos con los swamis y
gurus de California, ya que en ambos casos estaban abiertos a cultos exóticos.
Parece que Julianus padre utilizaba a su hijo como médium, y cuando éste estaba
en trance, respondía preguntas y pronunciaba oráculos que se creía provenían de
los dioses. Ese material se habría perdido completamente, si los neoplatónicos
no hubieran preservado numerosos fragmentos citándolos en sus obras. De ellos
pasaron a Bizancio, donde fueron comentados por Miguel Pselos (siglo X), por
Plethon, y por los platónicos florentinos, tomando forma monumental en la
edición de Francesco Patrizi (1593).
Sería apropiado
llamar a la actividad de los Juliani "canalización", siempre y cuando
el término se utilice en un sentido preciso y técnico, y no en uno emocional y
despectivo. En un artículo posterior, analizaré el fenómeno de la canalización
en detalle. Aquí es suficiente con decir que los Oráculos de los Juliani fueron
considerados como una revelación divina, no solamente por los miembros del
culto sino por el más grande de los comentadores de Platón, Proclo. La teología
antigua se sostiene o cae dependiendo de la presunción de que existe un dios
que habla a la humanidad de esta manera, para enseñarnos cosas que nunca
hubiéramos podido descubrir por nosotros mismos: teología, cosmología, y
práctica espiritual.
En general, el
sistema Caldeo concuerda con el Hermético, el Orfico, y el Platónico, como
demostró Proclo con gran dificultad. Dejando a un lado su complicada teología,
este sistema considera que el alma humana ha descendido de un estado divino y
se ha unido temporalmente al cuerpo.
La práctica espiritual tiene como objetivo
devolver el alma a su patrimonio original.
Algunos Oráculos
sugieren que los Juliani y su círculo también conocían la idea de la
transmutación corporal como medio hacia la inmortalidad. Por ejemplo:
"Los oráculos de los Dioses declaran, que a través de ceremonias
purificadoras, no sólo el alma, sino los propios cuerpos se vuelven dignos de
recibir ayuda y salud: 'porque (dicen ellos), la vestimenta mortal de materia
amarga será, por este medio, preservada'." (Oráculo 178, trad. de Cory)
Pselos, el
comentarista cristiano, da esta explicación de la idea:
"[El Oráculo] exhorta por lo tanto a que refinemos el Cuerpo (al que
entiende como las Escorias de la Materia) mediante [acciones] divinas, o a que,
desnudándolo, lo elevemos al Eter; o a ser exaltados por Dios a un lugar
Inmaterial e Incorpóreo, o Corpóreo pero Etéreo o Celeste, el que Elías el
Tisbita alcanzó; y antes que él, Enoch, siendo Transportados de esta Vida a una
Condición más Divina, sin abandonar las Escorias de la Materia, o sus Cuerpos,
en un Precipicio.
El Precipicio es, como dijimos, la Región Terrestre.
(Comentario al Oráculo 147, traducción de Stanley)
Enoch y Elías,
tal como Jesús y (según la doctrina católica) su madre María, no dejaron tras
sí un cuerpo físico después de su muerte. Este es el estado más elevado de la
transmutación alquímica mencionada en el artículo anterior. De tal manera ha
sido transformado en vida el cuerpo físico de una persona, que ha llegado a no
ser distinto del "cuerpo radiante". El alma toma entonces al cuerpo
consigo, adonde quiera que vaya después de dejar la tierra.
Existe evidencia
fidedigna de que esto ha sucedido en tiempos modernos en el caso de adeptos
tibetanos. Relatos de testigos oculares sostienen la tradición de que los
adeptos pueden alcanzar en vida el "cuerpo diamantino". Luego, tres
días después de su muerte, su cuerpo físico desaparece dejando tras sí sólo el
cabello y las uñas. Otro fenómeno, que cuenta con muchos testimonios en la
cristiandad, es el de cuerpos de santos que permanecen incorruptos, a veces por
siglos. Evidentemente hay aquí toda una ciencia, conocida en el antiguo Egipto
y en el Tibet pero temporalmente en suspenso debido a los límites de la
imaginación occidental. Algún día los físicos teóricos, con sus conceptos sobre
materia, energía y mente, podrán proporcionar la estructura adecuada para
discutir inteligentemente estos fenómenos.
La idea de la
teología antigua es similar en muchos aspectos al ciclo profético del Islam. La
lista de profetas incluye pre–judíos (Seth, Noé), los judíos Abraham y Moisés,
y Jesús, antes de terminar con Mahoma. Como se explicó en el artículo anterior,
Hermes Trismegisto y Agathodaimon fueron admitidos como los profetas Idris
(=Enoch) y Seth. Así, cristianismo, judaísmo, y algunas formas de paganismo,
fueron todos aceptados por los musulmanes como inspirados por revelación
divina. En Occidente, el cardenal Nicolás de Cusa devolvió el cumplido
virtualmente en solitario. En su viaje en dirección opuesta al de Plethon,
yendo como enviado a Bizancio en 1437, recibió una revelación de la unidad de
las religiones. Como consecuencia, se halló frente al hecho inevitable de que
el Sultán estaba conquistando el Imperio Bizantino al permitir que el Islam y
el Cristianismo no fueran incompatibles, y los cristianos pudieran vivir bajo
la ley secular de un musulmán.
En el mundo
musulmán, la teología antigua había sido formulada mucho antes por el teósofo
persa Suhrawardi ("el Mártir", 1153-1191). Este tomó las enseñanzas
paganas que conocía –las del verdadero Zoroastro, Hermes Trismegisto, y Platón–
y las combinó con el Islam Shiíta. En el centro de la teosofía de Suhrawardi se
halla el mismo concepto de un cuerpo espiritual que es desarrollado mediante la
oración y la meditación. En ese cuerpo, el adepto puede explorar un mundo
interno de suprema variedad y maravilla. Suhrawardi lo llama Hurqalya. Su
traductor e intérprete francés, Henry Corbin, utiliza el término "Mundus
imaginalis" (el Mundo Imaginal), urgiendo a sus lectores a no confundirlo
con el mundo "imaginario" de la fantasía y la ficción. Hurqalya es un
mundo real, sólo que no tiene un substrato material. Responde a los
requerimientos del método científico, es decir que cualquiera con el equipo
apropiado descubrirá su existencia objetiva. Sin embargo, a diferencia del
radiotelescopio o del colisionador de partículas que informan a los científicos
de invisibles y casi inimaginables realidades, la exploración de Hurqalya
requiere el instrumento especial de un cuerpo astral o espiritual extremadamente
refinado: algo tan raro y difícil de obtener como cualquier pieza de sofisticada
tecnología.
Los teósofos
persas se dedicaron a explorar este mundo imaginal. Suhrawardi en particular
apeló a escrituras zoroástricas como el litúrgico Avesta y el cosmogónico Bundahishn.
Estos narraban historias de Zoroastro que sólo tienen sentido situadas en Hurqalya:
relatos de sus encuentros con seres celestes, su ascenso a cumbres inaccesibles,
y la otorgación de su Xvarnah o cuerpo radiante.
La analogía más
próxima a esta radiación en la tierra es el fuego. En la religión zoroástrica,
que todavía sobrevive entre los parsis de la India, todo ritual se centra
alrededor del fuego sagrado. Como siempre, los símbolos y los ritos de la
religión exotérica tienen un significado interno que ha de ser primero
comprendido, y luego experimentado por el aventurero esotérico. Igualmente, los
Oráculos Caldeos, fragmentarios como son, están plenos de imágenes del fuego.
El fuego, el más sutil de los cuatro elementos, es emblemático de las
substancias y energías a partir de las cuales el Dios de los Oráculos hizo el
mundo.
Los Juliani eran
"teúrgos", es decir, ejecutores de rituales para obtener comunicación
con los dioses. Cierta teúrgia es objetiva, conminando o invitando a los dioses
a manifestarse ellos mismos. Estos pueden entonces aparecer de manera visible
(usualmente como formas de luz), o hablar a través de un medium, o ser
percibidos como una presencia. Otra rama de la teúrgia es la subjetiva, en la
cual la comunicación tiene lugar interiormente, como en la oración o la visión.
Los viajes de los teósofos persas al Hurqalya eran de esta naturaleza
(substituyendo dioses por ángeles). En los Oráculos Caldeos hay evidencia de
ambos tipos de invocación. En los tremendos fragmentos finales, cuando se
describen las visiones que invaden al adepto después de su frecuente invocación,
se le dice: "Cuando contemples un fuego sagrado sin forma, que brilla relampagueante
a través de las profundidades del mundo entero, Escucha la voz del fuego."
El platónico Thomas Taylor consideraba que este oráculo provenía del Zoroastro
original, no de los Juliani. Si estaba en lo correcto, hay una continuidad
"zoroástrica" de teúrgos desde la antigua Persia a través de los
Juliani, de Suhrawardi, y Plethon, que alimenta la corriente de la magia
Europea (Ficino, Agrippa), y continúa hasta el día de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario