Plenitudo - Vocis - Binah -Physis
El verbo perfecto es el ternario, porque supone un principio inteligente, un principio parlante y un
principio hablado.
Lo absoluto que se revela por la palabra da a esta palabra un sentido igual a sí mismo y
crea un tercer sí mismo en la inteligencia de esta palabra.
Así es como el sol se manifiesta por su luz y prueba esa manifestación o las hace eficaz
por su calor.
El ternario está trazado en el espacio por el punto culminante del cielo, el infinito en altura, que se
une por dos líneas rectas y divergentes al oriente y al occidente.
Pero, a ese triángulo visible, la razón compara otro triángulo invisible, que afirma ser igual al
primero; es éste el que tiene por cima la profundidad, y cuya base invertida es paralela a la línea
horizontal que va de Oriente a Occidente.
Estos dos triángulos, reunidos en una sola figura, que es la de una estrella de seis rayos, forman el
signo sagrado del sello de Salomón.
La idea de lo infinito y de lo absoluto está manifestada por este signo, que es el gran pantáculo, es
decir, el más sencillo y el más completo comprendido de la ciencia de todas las cosas.
La misma Gramática atribuye tres personas al verbo.
La primera es la que habla, la segunda a quien se habla y la tercera la de que se habla.
El principio infinito creando habla en si mismo a si mismo.
He aquí la explicación del temario y el origen del dogma e la Trinidad.
El dogma mágico, también, es uno en tres y tres en uno.
Lo que está encima parece o es igual a lo que está debajo.
Así, dos cosas que se parecen y el verbo que manifiesta su semejanza, hacen tres.
El ternario es el dogma universal.
En magia, principio, realización, adaptación; en alquimia, azoe, incorporación, transmutación; en
teología, dios, encarnación, redención; en el alma humana, pensamiento, amor y acción; en la
familia, padre, madre, hijo. El ternario es el fin y la expresión suprema del amor; no se busca a dos
sino para convertirse en tres.
Hay tres mundos inteligibles que corresponden los unos con los otros por la analogía jerárquica: el
mundo natural o físico, el mundo espiritual o metafísico y el mundo divino o religioso.
De este principio resulta la jerarquía de los espíritus divididos en tres órdenes, siempre por el
temario.
Todas estas revelaciones son deducciones lógicas de las primeras nociones matemáticas del ser y
del número.
La unidad, para hacerse activa, debe multiplicarse.
Un principio indivisible, inmóvil e infecundo,
sería la unidad muerta e incomprensible.
Si Dios no fuera más que uno, no sería creador ni padre. Si sólo fuera dos, habría en ello
antagonismo o división en el infinito, y esto sería la repartición o la muerte de toda cosa posible.
Hay, pues, necesidad de tres para crear de sí mismo, ya su imagen la multitud infinita de los seres y
de los números. Así es, realmente, único es sí mismo y triple en nuestra concepción, lo que nos le
hace ver tan triple en sí mismo, como único en nuestra inteligencia y en nuestro amor.
Esto es un misterio para el creyente y una necesidad lógica para el iniciado en las ciencias absolutas
y reales.
El Verbo, manifestado por la vida, es la realización ola encarnación.
La vida del Verbo, cumpliendo su movimiento cíclico, es la adaptación o la redención. Este triple
dogma ha sido conocido en todos los santuarios esclarecidos por la tradición de los sabios. ¿Queréis
saber cuál es la verdadera religión? Buscad aquella que realiza lo más en el orden divino, la que
humaniza a Dios y diviniza al hombre; la que conserva intacto el dogma ternario que encarna el
Verbo, haciendo ver y tocar a Dios a los más ignorantes; aquella, en fin, cuya doctrina conviene a
todos y puede adaptarse a todo; la religión, que es hierática y cíclica, que tiene para los niños
alegorías e imágenes, para los hombres maduros una elevada filosofía, y sublimes esperanzas y
dulces consuelos para los ancianos.
Los primeros sabios que han buscado la causa de las causas, han visto el bien y el mal en el mundo;
han observado la luz y la sombra; han comparado el invierno con la primavera, la vejez con la
juventud, la vida con la muerte, y han dicho:
La causa primera es bienhechora y rigurosa; vivifica y
destruye.
— Hay, pues, dos principios contrarios, uno bueno y otro malo? Se han preguntado los discípulos
de Manes.
— No, los dos principios del equilibrio universal no son contrarios, aunque sean opuestos en
apariencia; porque es una sabiduría única la que los opone el uno al otro.
El bien está a la derecha, el mal a la izquierda; pero la inteligencia suprema está por encima de
ambos y ella hará servir el mal para el triunfo del bien, y el bien a la reparación del mal.
El principio de armonía está en la unidad, yeso es lo que da en magia tanto poder al número par.
Pero el más perfecto de los números impares es el tres, porque es la trilogía de la unidad.
En los trigramas de Fohi, el ternario superior se compone de tres yang o figuras masculinas, porque
en la idea de Dios, considerada como principio de la fecundidad en los tres mundos no podría
admitirse nada de pasivo.
Es también por esto por lo que la trinidad cristiana no admite en forma alguna la personificación de
la madre, que está implícitamente enunciada en la del hijo. También es por esto por lo que es
contraria a las leyes de la simbólica hierática y ortodoxa de personificar al Espíritu Santo bajo la
figura de una mujer.
La mujer sale del hombre como la naturaleza sale de Dios; también el Cristo se eleva él mismo al
cielo y asume la Virgen madre; se dice la ascensión del Salvador y la asunción de la madre de Dios.
Dios, considerado como padre, tiene a la naturaleza por hija.
Como hijo, tiene a la Virgen por madre y a la Iglesia por esposa.
Como Espíritu Santo, regenera y fecunda a la humanidad.
Por esto en los trigramas de Fohi a los tres yang superiores corresponden los tres yig inferiores,
porque los trigramas de Fohi son un pantáculo semejante a los dos triángulos de Salomón, pero con
una interpretación ternaria de seis puntos de la estrella brillante:
El dogma no es divino en tanto que no es verdaderamente humano, es decir, que reúna la más elevada razón de la humanidad; así el maestro, a quien llamamos el hombre-Dios; se llamaba a sí mismo el hijo del hombre. La revelación es la expresión de la creencia admitida y formulada por la razón universal en el verbo humano. Por esto se dice que en el hombre-Dios la divinidad es humana y la humanidad divina. Nosotros decimos todo esto filosóficamente y no teológicamente, y esto no toca en nada a la enseñanza de la Iglesia, que condena y debe condenar siempre a la magia. Paracelso y Agrippa no han elevado altar contra altar y se han sometido a la religión dominante en su época. A los elegidos de la ciencia las cosas de la ciencia; a los fieles las cosas de la fe. El emperador Juliano, en su himno al Rey Sol, da una teoría del ternario, que es casi idéntica a la del iluminado Swedenborg.
El dogma no es divino en tanto que no es verdaderamente humano, es decir, que reúna la más elevada razón de la humanidad; así el maestro, a quien llamamos el hombre-Dios; se llamaba a sí mismo el hijo del hombre. La revelación es la expresión de la creencia admitida y formulada por la razón universal en el verbo humano. Por esto se dice que en el hombre-Dios la divinidad es humana y la humanidad divina. Nosotros decimos todo esto filosóficamente y no teológicamente, y esto no toca en nada a la enseñanza de la Iglesia, que condena y debe condenar siempre a la magia. Paracelso y Agrippa no han elevado altar contra altar y se han sometido a la religión dominante en su época. A los elegidos de la ciencia las cosas de la ciencia; a los fieles las cosas de la fe. El emperador Juliano, en su himno al Rey Sol, da una teoría del ternario, que es casi idéntica a la del iluminado Swedenborg.
El sol del mundo divino es la luz infinita, espiritual e increada; esta luz se verbaliza, puede hablarse
así en el mundo filosófico, y se hace el foco de las almas y de la verdad, pues se incorpora y se convierte en luz visible en el sol, tercer mundo, sol central de nuestros soles y cuyas estrellas fijas
son chispas siempre vivas.
Los cabalistas comparan el espíritu a una sustancia que queda fluida en el medio divino y bajo la
influencia de la luz esencial, pero cuyo exterior se endurece como una cera expuesta al aire en las
más frías regiones del razonamiento de las formas visibles. Estas cortezas o envolturas petrificadas
(nosotros diríamos mejor carnificadas, si fuera admisible la palabra), son la causa de los errores o
del mal, que tiende ala pesantez ya la dureza de las envolturas anímicas. En el libro de Zohar y en el
de las revoluciones de las almas, los espíritus perversos o malos demonios no son llamados de otro
modo que las cortezas, cortices.
Las cortezas del mundo de los espíritus son transparentes, las del mundo material son opacas, los
cuerpos no son mas que cortezas temporales, y las que las almas deben ser libertadas, pero aquellas
que obedecen al cuerpo en esta vida, se forman un cuerpo interior, o una corteza fluidica, que se
hace su prisión y suplicio después de la muerte, hasta el momento en que consigue fundirla en el
calor de la luz divina, o su pesantez les impide subir, no llegan sino por medio de infinitos esfuerzos
y con el socorro de los justos, que les tienden la mano, y durante todo ese tiempo son devorados por
la actividad interna del espíritu cautivo como en un hormo en completa combustión.
Aquellos que
llegan a la hoguera de la expiación, se queman por sí mismos en ella, como Hércules sobre el monte
CEta y se libran así de sus tormentos; pero el mayor número carece de valor ante esta ultima
prueba, que les parece una segunda muerte mucho mas espantosa que la primera y permanecen así
en el infierno que es eterno de hecho y de derecho, pero en el cual las almas nunca son precipitadas
ni retenidas a pesar suyo.
Los tres mundos se corresponden conjuntamente por las treinta y dos vías de luz, que son los
peldaños de la escalera santa; todo pensamiento verdadero corresponde a una gracia divina en el
cielo ya una obra, útil en la tierra. Toda gracia de Dios suscita una verdad y produce uno o muchos
actos y recíprocamente todo acto remueve en los cielos una verdad o una mentira, una gracia o un
castigo. Cuando un hombre pronuncia el tetragrama, escriben los cabalistas, los nueve cielos
reciben una sacudida, y todos los espíritus gritan unos a otros: ¿Quién turba así el reino del cielo?
Entonces la tierra revela al primer cielo los pecados del temerario, que pretende el nombre del
eterno en vano, y el verbo acusador es transmitido de círculo en círculo, estrella en estrella, y de
jerarquía en jerarquía.
Toda palabra tiene tres sentidos; todo acto un triple alcance; toda forma una triple idea, porque lo
absoluto corresponde de mundo en mundo con sus formas. Toda determinación de la voluntad
humana modifica la naturaleza, interesa la filosofía y escribe en el cielo. Hay, pues, dos fatalidades,
la una resultante de la voluntad de lo increado, de acuerdo con su sabiduría, la otra resultante de las
voluntades creadas y de acuerdo con la necesidad de las causas secundarias en sus relaciones con la
causa primitiva.
Nada es, pues, indiferente en la vida, y nuestras más sencillas determinaciones deciden con
frecuencia una serie incalculable de bienes o de males, sobre todo en las relaciones de nuestro
diáfano con el gran agente mágico, como ya lo explicaremos.
Siendo lo ternario el principio fundamental de toda la cábala o tradición sagrada de nuestros padres,
ha debido ser el dogma fundamental del cristianismo, del que explica el dualismo aparente por la
intervención de una armoniosa y toda poderosa unidad.
El Cristo no ha escrito su dogma y no lo ha
revelado en secreto más que a su discípulo favorito, el único cabalista, y gran cabalista entre los apóstoles. Así el Apocalipsis es el libro de la gnosis o doctrina secreta de los primeros cristianos,
doctrina cuya clave esta indicada en un versículo secreto de Pater, que la vulgata no traduce y el rito
griego (conservador de las tradiciones de San Juan) no permite más que a los sacerdotes pronunciar.
Este versículo completamente cabalista se encuentra en el texto griego del evangelio, según San
Mateo y en muchos ejemplares hebraicos. Helo aquí en las dos lenguas sagradas:
La palabra sagrada de Malkout, empleada por Keter, que es su correspondiente cabalístico, y la balanza de Géburah y de Chesed, repitiéndose en los círculos o ciclos que los gnósticos llamaban Eones, dan en este versículo oculto la clave de la bóveda de todo el templo cristiano. Los protestantes lo han traducido y conservado en su Nuevo Testamento, sin encontrar la elevada y maravillosa inteligencia que les hubiera desvelado todos los misterios del Apocalipsis; pero es una tradición en la Iglesia que la revelación de esos misterios está reservada para la consumación de los tiempos. Malkout, apoyado sobre Géburab y sobre Chesed, es el templo de Salomón, que tiene por columnas Jakin y Bohas.
La palabra sagrada de Malkout, empleada por Keter, que es su correspondiente cabalístico, y la balanza de Géburah y de Chesed, repitiéndose en los círculos o ciclos que los gnósticos llamaban Eones, dan en este versículo oculto la clave de la bóveda de todo el templo cristiano. Los protestantes lo han traducido y conservado en su Nuevo Testamento, sin encontrar la elevada y maravillosa inteligencia que les hubiera desvelado todos los misterios del Apocalipsis; pero es una tradición en la Iglesia que la revelación de esos misterios está reservada para la consumación de los tiempos. Malkout, apoyado sobre Géburab y sobre Chesed, es el templo de Salomón, que tiene por columnas Jakin y Bohas.
Este es el dogma Adámico, apoyado, por una parte, en la resignación de Abel, y por
la otra, en el trabajo yen los remordimientos de Caín; éste es el equilibrio universal del ser basado
en la necesidad y en la libertad, en la fijeza y en el movimiento; es la demostración de la palanca
universal, buscada vanamente por Arquímedes. Un sabio, que ha empleado todo su talento en
hacerse oscuro y que ha muerto sin haber querido hacerse comprender, había resuelto esta suprema
ecuación, encontrada por él en la cábala, y temía, por encima de todo, que pudiera saberse, si se
explicaba más claramente, el origen de sus descubrimientos. Nosotros hemos oído a uno de sus
discípulos y a algunos de sus admiradores indignarse, quizá de buena fe, oyéndole llamar cabalista,
y, no obstante debemos decir, para gloria de ese sabio, que sus investigaciones han abreviado
notablemente nuestro trabajo sobre las ciencias ocultas, y que la clave de la alta cábala, sobre todo,
indicada en el versículo oculto que acabamos de citar, ha sido doctamente aplicado a una reforma
absoluta de todas las ciencias en los libros de Hoene Wronski1.
La virtud secreta de los Evangelios está, pues, contenida en tres palabras, y esas tres palabras han
fundado tres dogmas y tres jerarquías. Toda ciencia reposa sobre tres principios, como el silogismo
sobre tres términos. Hay también tres clases distintas, o tres rangos originales y naturales entre lo
hombres, los cuales están llamados a elevarse de lo mas bajo a lo mas alto.
Los hebreos llaman a
esas tres series o grados de progreso de los espíritus, asiah, jezirah y briah..
Link: Audio sobre Asiah Jeziráh y Briah
Los gnósticos, que eran los cabalistas cristianos, los llamaban Hyle, Psique y Gnosis; el circulo supremo se denominaba, entre los hebreos Atziluth y entre los gnósticos, Pléroma. En el tetrágrama, el temario, tomando al comienzo de la palabra, manifiesta la copulación divina; tomada al final manifiesta lo femenino y la maternidad. Eva lleva un nombre de tres letras, pero el Adan primitivo está manifestado por la sola letra Jod, de modo que Jehová debería pronunciarse Jevá. Esto nos conduce al grande y supremo misterio de la magia, manifestado por el cuaternario.
Link: Audio sobre Asiah Jeziráh y Briah
Los gnósticos, que eran los cabalistas cristianos, los llamaban Hyle, Psique y Gnosis; el circulo supremo se denominaba, entre los hebreos Atziluth y entre los gnósticos, Pléroma. En el tetrágrama, el temario, tomando al comienzo de la palabra, manifiesta la copulación divina; tomada al final manifiesta lo femenino y la maternidad. Eva lleva un nombre de tres letras, pero el Adan primitivo está manifestado por la sola letra Jod, de modo que Jehová debería pronunciarse Jevá. Esto nos conduce al grande y supremo misterio de la magia, manifestado por el cuaternario.
Eliphas Levi.
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1. Hoene Wronski, hombre de genio, logro penetrar en el santuario de la Cabala; metafísico de envergadura, se
arruino a si mismo queriendo servirse de la ciencia solo para lograr riqueza. Sus dos obras merecen la mayor
consideración por parte de los ocultistas. Murió pobre y miserable, sin haber conseguido su deseo.
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