miércoles, 21 de septiembre de 2016

Beth- LAS COLUMNAS DEL TEMPLO




           Chocmah - Domus - Gnosis 


La ciencia es la posesión absoluta y completa de la verdad. Así, pues, los sabios de todos los tiempos han temblado ante esta palabra absoluta y terrible; todos han temido abrogarse el primer privilegio de la divinidad, al atribuirse la ciencia, por lo cual se han contentado, en lugar del verbo saber, con el que expresa conocimientos, y en lugar de la palabra ciencia, adoptaron la de gnosis, que solamente quiere indicar la idea de conocimiento por intuición.


 ¿Qué sabe el hombre, en efecto? Nada, y sin embargo, no le es permitido ignorar nada. No sabe nada, y está llamado a conocerlo todo. Ahora bien, el conocimiento supone el binario. El binario es el generador de la sociedad y de la ley; es también el número de la gnosis. El binario es la unidad, multiplicándose a si misma para crear, y es por esto por lo que los símbolos sagrados hacen salir a Eva del mismo pecho de Adan. Adan es el tetragrama humano que se resume en el jod misterioso imagen del falus cabalísticos.
Agregad a ese jod el nombre ternario de Eva y formaréis el nombre de Jehová, el tetragrama divino, que es la palabra cabalística y mágica por excelencia:

                                     


que el gran sacerdote en el templo pronunciaba Jodcheva. Así es como la unidad completa en la fecundidad del temario forma, con él, el cuaternario, que es la clave de todos los números, de todos los movimientos y de todas las formas. El cuadrado girando sobre sí mismo, produce el circulo, y es a la cuadratura del círculo lo que el movimiento circular de cuatro ángulos iguales girando alrededor de un mismo punto. Lo que está arriba —dice Hermes— iguala a lo que está abajo; he aquí el binario sirviendo de medida la unidad, y la relación de igualdad entre lo de arriba y lo de abajo es lo que forma el ternario. El principio creador es el falo ideal, y el principio creado el cteis formal. La inserción del falo vertical en el cteis horizontal forma el stauros de los gnósticos, o la cruz filosófica de los masones. Así, el cruzamiento de dos produce cuatro, que moviéndose, determina el círculo con todos sus grados. 

Alef es el hombre                                                                                                                                                                              Beth es la mujer

es la mujer, 1 es el principio; 2, es el verbo; A, es el activo; B, es el pasivo; la unidad es Bohas y el binario Jakin1. 
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1. Eliphas Levi tomo como binario lo que pertenece a la unidad y viceversa. La unidad es Jakin y no Bohas, el binario es Bohas y no Jakin. Cf. Guaita, Papus.

En los tetragramas de Fohi, la unidad es el yang; el binario es el yin.

                                                   
                                                             

Bohas y Jakin son los nombres de dos columnas simbólicas que estaban delante de la puerta principal del templo cabalístico de Salomón. Estas dos columnas explican en cábala todos los misterios del antagonismo, sea natural, sea político, sea religioso, como asimismo la lucha entre el hombre y la mujer, porque, según la ley de la naturaleza la mujer debe resistir al hombre y éste debe encantarla o someterla. El principio activo busca al principio pasivo; la plenitud está enamorada del vacío. Las fauces de la serpiente atraen su cola y, al girar sobre sí misma, se huye y se persigue. 

La mujer es la creación del hombre y la creación universal es la mujer del primer principio. Cuando el ser principio se ha hecho creador, ha erigido un jod o un falo, y para abrirle camino en la plenitud de la luz increada, ha debido cavar un cteis o una fosa de sombra igual a la dimensión determinada por su deseo creador y atribuida por él al jod ideal de la luz radiante. 

Tal es el lenguaje misterioso de los cabalistas en el Talmud, y a causa de las ignorancias y maldades de vulgo, no es imposible explicarle o simplificarla algo más. ¿Qué es, por consiguiente la creación? Es la casa del Verbo creador. ¿Qué es el cteis? Es la casa del falo. ¿Cuál es la naturaleza del principio activo? La de expandirse. ¿Cuál la del principio pasivo? La de reunirse y fecundar. ¿Qué es el hombre? El iniciador, el que rompe, trabaja y siembra. ¿Qué es la mujer? La formadora, la que reúne, riega y cosecha. El hombre hace la guerra y la mujer procura la paz; el hombre destruye para crear; la mujer edifica para conservar; el hombre es la revolución; la mujer es la conciliación; el hombre es el padre de Caín; la mujer es la madre de Abel. ¿Qué es la sabiduría? 

Es la conciliación y la unión de dos principios; es la dulzura de Abel dirigiendo la energía de Caín; es el hombre siguiendo las dulces inspiraciones de la mujer; es el vicio vencido por el legítimo matrimonio; es la energía revolucionaria dulcificada y domada por las suavidades del orden y de la paz; es el orgullo sometido al amor, es la ciencia reconociendo las inspiraciones de la fe. 

Cuando la ciencia humana se hace prudente por su modestia, y se somete a la infalibilidad de la razón universal, enseñada por el amor o por la caridad universal, puede tomar entonces el nombre de Gnosis, porque conoce, por lo menos, lo que aún no puede vanagloriarse de saber perfectamente.La unidad no puede manifestarse más que por el binario; la unidad por sí sola ý la idea de la unidad son ya dos. La unidad del macrocosmo se revela por los dos vértices opuestos de los dos triángulos.


                              



La unidad humana es completa por la derecha y por la izquierda. El hombre primitivo es andrógino. Todos los órganos del cuerpo humano están dispuestos por pares, excepto la nariz, la lengua, el ombligo y el jod cabalístico. 

La divinidad, es una en su esencia, tiene dos condiciones esenciales, como bases fundamentales de su ser; la necesidad y la libertad. Las leyes de la razón suprema necesitan de Dios y regulan la libertad, que es necesariamente razonable y sabia. Para hacer visible la luz, es por lo que únicamente Dios ha impuesto la sombra. Para manifestar la verdad, ha hecho posible la duda. La sombra es la tenaza de la luz, y la posibilidad de error es necesaria para la manifestación temporal de la verdad. Sí el broquel de Satanás no detuviera la lanza de Miguel, el poder del ángel se perdería en el vacío, o debería manifestarse por una destrucción infinita, dirigida de arriba a abajo. 

Y si el pie de Miguel no detuviera en su ascensión a Satanás, Satanás iría a destronar a Dios, o más bien se perdería él mismo en los abismos de la altura. Satanás es, por tanto, necesario a Miguel, como el pedestal a la estatua, y Miguel es preciso a Satanás como el freno a la locomotora. En dinámica analógica y universal no se apoya uno más que en lo que resiste. Así el universo está contrabalanceado por dos fuerzas que le mantienen en equilibrio; la fuerza que atrae y la fuerza que repele. Estas dos fuerzas existen en física, en filosofía yen religión. Ambas producen: en física, el equilibrio; en filosofía, la crítica; en religión, la revelación progresiva. Los antiguos han representado este misterio por la lucha de Eros y de Anteros; por el combate de Jacob con el ángel; por el equilibrio de la montaña de oro, que está sujeta, con la serpiente simbólica de la India; los dioses de un lado y del otro lado los demonios. Se encuentra también figurado por el caduceo de Hermanubis, por los dos querubines del Arca, por las dos esfinges del carro de Osiris, por los dos Serapis, el blanco y el negro. 

Su realidad científica está demostrada por los fenómenos de la polaridad y por la ley universal de las simpatías y de las antipatías. Los discípulos de Zoroastro que, equivocadamente, dividieron el binario sin referirse a la unidad, separaron así las columnas del templo y queriendo descuartizar a Dios. El binario en dios no existe más que por el ternario. Si concebís lo absoluto como dos, es preciso concebirle inmediatamente como tres para encontrar el principio unitario. Por esta razón, los elementos materiales análogos a los elementos divinos, se conciben como cuatro, se explican como dos y finalmente, solo existen como tres. La revelación es el binario; todo verbo es doble y supone, por consiguiente, dos. La moral que resulta de la revelación, está fundada en el antagonismo, que es la consecuencia del binario. El espíritu y la forma se atraen y se repelen como la idea y el signo, como la verdad y la ficción. La razón suprema necesita el dogma al comunicarse con las inteligencias finitas, y el dogma, al pasar del dominio de las ideas al de las formas, se hace partícipe de ambos mundos y tiene, necesariamente, dos sentidos que hablan sucesivamente, o a la vez, sea al espíritu, sea a la carne. 

Así, pues, en el dominio moral hay dos fuerzas; una que espera y otra que reprime o expía. Estas dos fuerzas están figuradas en los mitos del Génesis por los personajes típicos de Caín y Abel. Abel oprime a Caín por su superioridad moral; Caín, para librarse de esa opresión inmortaliza a su hermano dándole muerte, y se convierte en víctima de su propia acción. Caín ha podido dejar que Abel viviera, y la sangre de Abel no deja dormir a Caín. 

En el Evangelio, el tipo Caín está reemplazado por el del hijo pródigo, a quien su padre perdona, porque vuelve al hogar después de haber sufrido mucho. En Dios hay misericordia y justicia; hice justicia a los justos y emplea la misericordia con los pecadores. En el alma del mundo, que es el agente universal, hay corriente de amor y corriente de cólera. Ese fluido ambiente que penetra en todas las cosas; ese rayo desprendido del nimbo del sol y fijado por el peso de la atmósfera y por la fuerza de atracción central, ese cuerpo de espíritu santo que nosotros llamamos el agente universal, y que los antiguos representaron bajo la forma de una serpiente que se muerde la cola, ese éter eléctrico-magnético, ese calórico vital y luminoso está figurado en los antiguos monumentos por el cinturón de Isis que se tuerce y se retuerce en un nudo de amor, alrededor de dos polos y por la serpiente que se muerde la cola, emblema de la prudencia y de Saturno. 

El movimiento y la vida consisten en la tensión extrema de dos fuerzas. ¡Ojala pluguiera a Dios —dice el maestro— que fueseis o fríos del todo o bien calientes del todo! En efecto, un gran culpable está más vivo que un hombre flojo y tibio, y su retorno a la virtud estará en razón con la energía de sus extravíos. La mujer que debe aplastar la cabeza de la serpiente es la inteligencia que flota siempre sobre la corriente de las fuerzas ciegas. Es, dicen los cabalistas, la virgen del mar, a la que el dragón infernal viene a lamer los pies húmedos con sus lenguas de fuego, y la cual se duerme de voluptuosidad. 

Tales son los misterios hieráticos del binario. Pero ahí uno que no puede ser revelado y este es el último de todos. La razón de la prohibición está, según Hermes Trimegistro en que la inteligencia del vulgo daría las necesidades de la ciencia todo el alcance inmortal de una fatalidad ciega. Es preciso contener al vulgo dice una vez mas por el espanto de los desconocidos. El Cristo decía también, no echéis perlas a los cerdos, por miedo de que no escarben con los pies y volviéndose contra vosotros os devoren. 

El árbol de la ciencia del bien y del mal cuyos frutos causaban la muerte, es la imagen de ese secreto hierático del binario. Ese secreto en efecto, si se divulgase no podría sino ser mal comprendido y hasta podría llegarse a la negación impía del libre albedrío1 que es el principio moral de la vida. Es pues en la esencia de las cosas como la revelación de ese secreto que causa la muerte y no es sin embargo este el gran arcano de la magia, pero el secreto del binario conduce al del cuaternario o mas bien procede de el y se resuelve por el ternario que contiene la palabra del enigma de la esfinge, tal cual ha debido encontrarse para salvar la vida, espiar el crimen involuntario y asegurar el reino de Egipto. El libro jeroglífico de Hermes2, que se llama también el libro de Thot, el binario está representado, sea por una gran sacerdotisa que tiene los cuernos de Isis, la cabeza cubierta con un velo y un libro abierto, que oculta a medias con su manto, o, por la mujer soberana, la diosa Juno de los griegos, teniendo una mano elevada hacia el cielo y la otra descendiendo hacia la tierra, como si formulara por ese gesto el dogma único y dualista, que es la base de la magia, y que comienza los maravillosos símbolos de la tabla de esmeralda de Hermes. 

En el Apocalipsis de San Juan es cuestión de dos testigos o mártires, a los cuales la tradición profética da los nombres de Elías y de Enoch, Elías, el hombre de la fe, del celo y de los milagros, y Enoch, el mismo a quien los egipcios han llamado Hermes, ya quien los fenicios honraban con el nombre de Cadmo, el autor del alfabeto sagrado y de la llave universal de las iniciaciones al Verbo, el padre de la cábala, aquel que, según las alegorías santas, no ha muerto como los demás hombres sino que ha sido llevado al cielo para volver al final de los tiempos. Se decía, poco más o menos, idéntica cosa del mismo San Juan, quien encontró y explicó en su Apocalipsis los símbolos del Verbo de Henoch
Esta resurrección de San Juan y de Henoch, esperaba al final de siglos y siglos de ignorancia, será la renovación de su doctrina por la inteligencia de las claves cabalísticas que abren el templo de la unidad y de la filosofía universal, demasiado tiempo oculta y reservada solamente a los elegidos que el mundo hace morir.
Pero ya hemos dicho que la reproducción de la unidad por el binario conduce forzosamente a la noción y al dogma de los ternarios, y llegamos, por fin, a ese gran número que es la plenitud y el verbo perfecto de la unidad.

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1. Debe referirse al karma, concepto oriental que enseña que tras la muerte las faltas cometidas sobreviven hasta que el hombre vuelve a nacer en el mundo mortal por segunda o tercera vez para pagar sus faltas. 

El concepto del karma cuando es mal comprendido puede entenderse como el destino irrevocable de los hombres y es capaz de desarrollar una percepción fatalista de la vida. A veces es llamada ley de Causa y Efecto y por tanto Ley del Binario. 

2. Ver el juego del Tarot.

Eliphas Levi

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