El universo es un conjunto de glóbulos imantados que se atraen y se repelen
mutuamente.
Los seres producidos pro los diferentes glóbulos participan de dicha
imantación universal.
Los hombres mal equilibrados son imanes perturbados o excesivos que la
Naturaleza vuelve enemigos, hasta que la falta parcial de equilibro produce la destrucción.
El análisis espectral de Bunsen llevará a la ciencia a distinguir la especialidad de los
imanes y a dar así una razón científica a los fundamentos antiguos de la astrología
judiciaria. Los diversos planetas del sistema ejercen, ciertamente, una acción magnética
sobre nuestro globo y sobre las diversas organizaciones de los entes vivos que lo habitan.
Todos bebemos los aromas del cielo mezclados con el espíritu de la tierra y, nacidos
bajo la influencia de distintas estrellas, cada uno de nosotros sentimos preferencias por una
fuerza representada por una forma, un genio y un color determinados.
La pitonisa de Delfos, sentada en un trípode sobre una grieta de la tierra, aspiraba el
fluido astral por los órganos sexuales, y al caer luego en estado demencial o sonambúlico
profería palabras incoherentes que, en ocasiones, resultaban oráculos. Todas las naturalezas
nerviosas entregadas a los desórdenes de las pasiones se asemejan a la pitonisa y aspiran
PYTHON, el espíritu malo y fatal de la tierra; proyectan después con fuerza el fluido que
las penetró y aspiran enseguida, con igual fuerza, el fluido vital de los otros entes,
absorbiéndolos y ejerciendo así, alternativamente, el poder nefasto del jettatore (1) y del
vampiro.
Si los dolientes afectados por este aspirar y respirar deletéreos lo toman por un
poder y quieren aumentar su ascensión y proyección, manifestarán sus deseos por
ceremonias que se llaman evocaciones, hechizos, etc., convirtiéndose en lo que,
antiguamente se denominaba necromantes y hechiceros.
Toda apelación a una inteligencia desconocida y extraña, cuya existencia nos es
demostrada, y que tiene por fin sustituir su dirección por la de nuestra razón y libre
albedrío, puede considerarse como un suicidio intelectual, pues es un llamado a la locura.
Todo lo que abandona su voluntad a fuerzas misteriosas, todo lo que hace hablar en
nosotros otras voces que no sean las de la conciencia y las de la razón, pertenece a la
alienación mental.
Los locos son visionarios extáticos. Toda visión que se produzca en estado de
vigilia es un acceso de locura. El arte de las evocaciones consiste en provocar
intencionadamente una locura ficticia.
Toda visión pertenece a la naturaleza del sueño. Es una ficción de nuestra demencia.
Es una nube de nuestra imaginación en desorden, proyectada en la luz astral. Somos
nosotros mismos quienes aparecen ante nosotros, disfrazados de fantasmas, cadáveres o demonios.
Aparentemente, en el círculo de atracción y de su proyección magnética los locos
logran que la Naturaleza produzca disparates: los muebles saltan y se dislocan; los cuerpos
leves son atraídos y lanzados a distancia. Los alienistas lo saben muy bien, pero temen
afirmarlo, porque la ciencia oficial aún no ha admitido que los seres humanos son imanes y
que estos imanes pueden ser perturbados y falseados.
El abate Vianney, cura de Ars, se
creía incesantemente ridiculizado por el demonio; y Berbiguier de Terranova, se armaba de
largos alfileres para espantar a los duendes.
El punto de apoyo existe en la resistencia que les opone el progreso indisciplinado.
En la democracia, lo que hace difícil la buena organización es que cada soldado quiere ser
un general. Entre los Jesuitas sólo hay un general.
La obediencia es la gimnasia de la libertad, y para llegar a ser lo que se quiere es
preciso aprender a hacer, muchas veces, lo que no se quería hacer. Sólo nos agrada estar al
servicio de la fantasía. Hacer lo que debemos querer, es ejercitar y hacer triunfar, al mismo
tiempo, la razón y la voluntad.
Los contrarios se afirman y se confirman por los contrarios. Mirar para la izquierda
cuando se quiere ir a la derecha es disimulación y prudencia; pero poner pesas en el plato
izquierdo de una balanza cuando se quiere hacer subir el plato de la derecha, es conocer las
leyes de la dinámica y del equilibrio.
En dinámica, la resistencia determina la cantidad de fuerza pero como no existe
resistencia que pueda soportar por la persistencia del esfuerzo y del movimiento, el ratón
logra roer la cuerda y la gota de agua consigue horadar la roca.
El esfuerzo renovado diariamente aumenta y conserva la fuerza, pero si la acción es
aplicada a una cosa diferente de sí misma, entonces es irracional y ridícula. Es ocupación
poco seria, en apariencia, mover entre los dedos las cuentas de un rosario, repitiendo
doscientas o trescientas veces: Ave María. Pues bien, que una religiosa se acueste sin haber
recitado su rosario, al día siguiente despertará intranquila, no tendrá valor de hacer la
oración de la mañana y pasará distraída durante el oficio.
Es por eso que sus directores le
repiten continuamente y con razón que no descuide de las cosas pequeñas.
Los grimorios y rituales mágicos están llenos de prescripciones minuciosas y
aparentemente ridículas.
Comer durante diez o veinte días alimentos sin sal; dormir apoyado en los codos;
sacrificar un gallo negro a medianoche, en una encrucijada y dentro de una floresta; ir a un
cementerio a buscar tierra de la tumba reciente de un difunto; cubrirse con ciertos
vestuarios bizarros y recitar largas y fastidiosas conjuraciones, etc. ¿Querían los autores de
estos libros burlarse de sus lectores?. ¿Les revelaban secretos verdaderos?.
No se burlaban,
y sus enseñanzas eran serias. Tenían por fin exaltar la imaginación de sus adeptos y darles
conciencia de una fuerza suplementaria que existe en cuanto creen en ella y que se aumenta
en proporción directa con la perseverancia de los esfuerzos. Puede ocurrir no obstante, que,
por la ley de reacción de los contrarios, obstinándose en orar a Dios se evoque al diablo, y
que después de las conjuraciones satánicas se oiga el llanto de los ángeles. Todo el infierno
danzaba alborozado cuando San Antonio recitaba los salmos, y el paraíso parecía renacer
ante los encantamientos del gran Alberto y de Merlino.
Esto es así, porque las ceremonias en sí mismas carecen de importancia; todo
depende del aspir y el respir. Las fórmulas consagradas por un largo uso nos ponen en comunicación con los vivos y los muertos, y a nuestra voluntad que, al penetrar así en las
grandes corrientes queda impregnada de todos sus efluvios. Una criada que practica puede,
en un momento dado, disponer hasta de la omnipotencia temporal de la iglesia sostenida
por las armas de Francia, como aconteció en ocasión del bautismo y rapto del judío
Montara.
Toda la civilización de Europa, en el siglo XIV, protestó contra este acto y lo
sufrió, sólo porque una criada devota así lo quiso. Y la tierra enviaba en auxilio de esa
moza las emanaciones espectrales de los siglos de Santo Domingo y Torquemada; San
Ghisleri oraba por ella. La sombra del gran rey revocador del edicto de Nantes le hacía una
señal de aprobación, y el mundo clerical entero estaba pronto para sostenerla.
Juana de Arco, que fue quemada como hechicera, había atraído para sí, de hecho, el
espíritu de la heroica Francia y lo irradiaba de un modo maravilloso, electrizando a nuestro
ejército y haciendo huir a los ingleses. Un papa la rehabilitó; pero era muy poco; era
preciso canonizarla. Si esta taumaturga no era una hechicera, evidentemente tenía que ser
una santa. Y al fin de cuentas, ¿Qué es un hechicero?. Es un taumaturgo que el papa no
aprueba.
Los milagros son, por así decirlo, las extravagancias de la Naturaleza producidas
por la exaltación del hombre. Acontecen siempre en virtud de las mismas leyes.
Todo
personaje de celebridad popular podría hacer milagros, y a veces los hace, sin querer. En un
tiempo en que la Francia adoraba a sus reyes, los reyes de Francia curaban las escrófulas, y
en nuestros días, la gran popularidad de estos soldados pintorescos y bárbaros, llamados
zuavos, desenvolvió en uno de los suyos, el zuavo Jacob, la facultad de curar por la voz y
por los ojos. Dicen que este zuavo dejó su puesto para pasar a los granaderos, y creemos,
con seguridad, que el granadero Jacob ya n o tendrá más el poder que, exclusivamente, le
pertenecía al zuavo.
En tiempo de los Druidas, había en las Galias mujeres taumaturgas, a las que
llamaban Elphos y Fadas. (2). Para los druidas eran santas; para los cristianos son
hechiceras. José Bálsamo - para sus discípulos el Divino Cagliostro - fue condenado en
Roma como hereje y hechicero, por haber hecho predicciones y milagros sin la autorización
del Ordinario.
Pero en esto tenían razón los inquisidores, pues sólo la iglesia romana posee
el monopolio de la Alta Magia y de las ceremonias eficaces. Con agua y sal ella encanta a
los demonios; con pan y vino evoca a Dios y lo fuerza a hacerse visible y palpable en la
tierra; con el óleo da la salud y el perdón.
Hace aún más: crea sacerdotes y reyes.
Sólo ella comprende y vuelve comprensible el por qué los reyes del triple reino
mágico, los tres Magos guiados por la estrella flameante, ofrecieron a Jesús el Cristo, en su
cuna, el oro que fascina los ojos y hace la conquista de los corazones, el incienso que lleva
el ascetismo al cerebro y la mirra que conserva los cadáveres y hace de algún modo
palpable el dogma de la inmortalidad, dejando ver la inviolabilidad y la incorrupción en la
muerte.
ELIPHAS LÉVI
NOTAS DEL TRADUCTOR
(1) Jettatore. Jettatura, mal de ojo o la influencia que determinadas personas
ejercen sobre otras por medio de la mirada. La posibilidad de este fenómeno se basa:
1°, en
el poder especial de la mirada;
2°, en la fuerza proyectante de la voluntad;
3° en el influjo
de la sugestión. Palabra italiana derivada del latín jectitare, lanzar frecuentemente, que
proviene de jectare, lanzar o emanar.
(2) Elphos. Elfos, en la mitología escandinava, divinidades subalternas. Fadas,
Hadas, seres fantásticos que se representan bajo forma de mujeres y se les atribuye poder
mágico.
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