martes, 18 de octubre de 2016

RELACIONES ENTRE LOS ARCANOS MAYORES Y LOS MENORES



RELACIONES GENERALES CLAVE DEL TAROT

Predominio del primer septenario — Relaciones del segundo septenario en el Tarot, lámina por lámina —
Relaciones Generales — Relaciones de iod, de hé, de vau, de la 2° hé — Gráfico general que da la clave del Tarot — Confección del Tarot móvil o rotatorio (Rota).
De un lado los Oros, del otro el ternario de transición, establecen la relación entre los arcanos
mayores y los arcanos menores.

Esta relación se resume en la más general de las cuatro letras del tetragrama.
El primer septenario corresponde a iod y gobierna todas las correspondencias de esta letra en la serie menor, es decir: Los 4 Reyes, los 4 Ases, los 4 Cuatros y los 4 Sietes.
Cada elemento del septenario gobierna términos diferentes; así:
PRIMER SEPTENARIO
Los arcanos 1 y 4 gobiernan: Rey, 1, 4, 7 de Bastos
Los arcanos 2 y 5 gobiernan: Rey, 1, 4, 7 de Copas
Los arcanos 3 y 6 gobiernan: Rey, 1, 4, 7 de Espadas
El arcano 7 gobierna: Rey, 1, 4, 7 de Oros

Además: El arcano N° 1 gobierna especialmente los términos positivos de la serie, es decir:
Arcano 1 (+) El Rey de iod o de Bastos (+)
El Rey de vau o de Espadas (—)
El arcano 4 gobierna particularmente los términos negativos de la serie:
Arcano 4 (-) El Rey de hé o de Copas (+) 4 (—)
El Rey de 2° hé o de Oros (—)
Aplicando la misma ley a los demás arcanos, hallaremos:
Arcano As de iod (+) Bastos
2 (+) As de vau (—) Espadas
Arcano As de hé (+) Copas
5 (—) As de hé (—) Oros

Arcano 4 de Bastos (+)
3 (+) 4 de Espadas (—)
Arcano 4 de Copas (+)
6 (—) 4 de Oros (—)
Arcano Todos los términos transitivos
7(∞) 7 (∞)

SEGUNDO SEPTENARIO

El segundo septenario corresponde a hé y gobierna todas las correspondencias de la primera hé en la serie menor, es decir:
Las 4 Damas
Los 4 Dos
Los 4 Cincos
Los 4 Ochos.
Cada elemento de este segundo septenario tiene las siguientes denominaciones:
Arcano Dama de Bastos (+) Arcano Dama de Oros (-)
7(+) Dama de Espadas (-) 10 (-) Dama de Copas (+)
Arcano Dama de Bastos (+) Arcano Dos de Copas (+)
8(+) Dama de Espadas (-) 11 (-) Dos de Oros (-)
Arcano Cinco de Bastos (+) Arcano Cinco de Copas (+)
9(+) Cinco de Espadas (-) 12 (-) Cinco de Oros (-)
Arcano 13 Todos los 8
(∞) (∞)

TERCER SEPTENARIO

El tercer septenario corresponde a vau y domina:
Los 4 Caballeros
Los 4 Tres
Los 4 Seis
Los 4 Nueves
Cada uno de estos elementos domina asi:

Arcano Caballero de Bastos (+) Arcano Caballero de Copas (+)
13 (+) Caballero de Espadas (-) 16 (-) Caballero de Oros (-)
Arcano Tres de Bastos (+) Arcano Tres de Copas (+)
14 (+) Tres de Espadas (-) 17 (-) Tres de Oros (-)
Arcano 15 Seis de Bastos (+) Arcano Seis de Copas (+)
(+) Seis de Espadas (-) 18 (-) Seis de Oros (-)
Arcano 19 Todos los 8
(∞) (∞)

TERNARIO DE TRANSICIÓN
El ternario de transición domina;
Los 4 Valets
Los 4 Diez
Cada uno de estos elementos domina así:
Arcano 19 Valet de Espadas (-) Arcano 20 Valet de Copas (+)
(+) (∞) Valet de Bastos (+) (-) (∞) Valet de Oros (-)
Arcano 21 Todos los 10
(+) (∞)
Valor de los signos + , — y ∞

Los signos que acompañan cada lámina en el enunciado que acabamos de hacer, determinan exactamente el valor de esta lámina. Un ejemplo bastará para darlo a comprender:
Cada término puede ser considerado en dos sentidos principales: positivo o (+) y negativo o (—). Lo mismo ocurre con las subdivisiones de estos términos.
Así los correspondientes a iod en el primer septenario son 1 y 4.
1 es el positivo (+)
4 es el negativo (—)
1 domina a dos arcanos menores: Rey de Bastos y Rey de Espadas. .
Rey de Bastos es positivo (+)
Rey de Espadas es negativo (—)

El valor definitivo de estos términos será entonces:
1° Rey de Bastos.
Positivo (+) del positivo (+)
o
Rey de Bastos
+ +
29 Rey de Espadas.
Negativo (—) del positivo (+)
o
Rey de Espadas
— +
Los mismo ocurrirá con los otros términos si combinamos el signo que acompaña al arcano mayor con el que acompaña al término considerado.
Es ésta la forma de hallar el valor de cada uno de los 78 arcanos del Tarot.

RELACIONES GENERALES

RELACIONES DE IOD
Positivos Negativos
Arcanos Arcano 1 Arcano 4
Mayores Arcano 7 Arcano 10
Arcano 13 Arcano 16
Rey de Bastos Rey de Copas
As de Bastos As de Copas
Arcanos 4 de Bastos 4 de Copas
Menores 7 de Bastos 7 de Copas
Rey de Espadas Rey de Oros
As de Espadas As de Oros
4 de Espadas 4 de Oros
7 de Espadas 7 de Oros

RELACIONES DE LA 1° HE
Arcanos Mayores Positivos: 2, 8 y 14; Negativos 5, 11 y 17
Arcanos Menores Positivos: Dama, 2, 5 y 8 de Bastos
Arcanos Menores Positivos: Dama, 2, 5 y 8 de Espadas
Arcanos Menores Negativos: Dama, 2, 5 y 8 de Copas
Arcanos Menores Negativos: Dama, 2, 5 y 8 de Oros.

RELACIONES DE VAU

Arcanos Mayores Positivos: 3, 9 y 15; Negativos 6, 12 y 18
Arcanos Menores Positivos: Caballero, 3, 6 y 9 de Bastos
Arcanos Menores Positivos: Caballero, 3, 6 y 9 de Espadas
Arcanos Menores Negativos: Caballero, 3, 6 y 9 de Copas
Arcanos Menores Negativos: Caballero, 3, 6 y 9 de Oros

RELACIONES DE LA 2» HE
Positivos Negativos
Arcano 19 Arcano 20
Valet de Bastos Valet de Copas
Valet de Espadas Valet de Oros
CUADRO GENERAL DE LA CONSTRUCCIÓN DEL TAROT QUE RESUME LAS
RELACIONES
La ley absoluta "iod-hé-vau-hé" está en el centro del cuadro.


Cada una de las letras del tetragrama domina un cuarto de círculo.
Los diferentes colores indican el dominio particular de cada arcano.

CONSTRUCCIÓN DEL TAROT MÓVIL O ROTATORIO
Se establecen mediante el cuadro anterior las relaciones de todos los arcanos mayores con los
menores. Para hallar el sentido de esta relación basta con hacer girar el centro de la figura
alrededor del círculo superior.
Así el arcano 1, letra aleph, va a enfrentarse sucesivamente con los diversos grupos de arcanos
menores, con lo que obtendremos una serie de nombres hebreos, cuya traducción puede
hacerse mediante la ayuda de un diccionario.


Rotación de la primera lámina del Tarot rotatorio. Basta con reemplazar por cada una de las 21
letras restantes, para hallar los nombres hebraicos correspondientes.
En todas las columnas tendremos:
Rey = iod
Dama = hé
Caballero = Vau
Valet = 2° hé





Papus




miércoles, 12 de octubre de 2016

EL EQUILIBRIO MAGICO





Tipheret - Uncus


La inteligencia suprema es necesariamente razonable. Dios en filosofía, puede no ser más que una hipótesis, pero es una hipótesis impuesta por el buen sentido a la razón humana. Personificar la razón absoluta, es determinar el ideal divino.

Necesidad, libertad y razón, he aquí el grande y supremo triángulo de los cabalistas, que llaman a la razón Keter, a la necesidad Chochmah y a la libertad Binah, en su primer temario divino. Fatalidad, voluntad, poder, tal es el temario mágico que, en las cosas humanas, corresponde al triángulo divino.

La fatalidad es el encadenamiento inevitable de efectos y de causas en un orden dado. La voluntad es la facultad directriz de las fuerzas inteligentes para conciliar la libertad de las personas con la necesidad de las cosas. El poder es el prudente empleo de la voluntad, que aún hace servir a la fatalidad al cumplimiento de los deseos del sabio.

Cuando Moisés golpea en la roca, él no crea el manantial de agua y la revela, sin embargo, al pueblo, porque una ciencia oculta se le ha revelado a él por medio de la varita adivinatoria. Así sucede en todos los milagros de la Magia: existe una ley que el vulgo desconoce, pero de la que el iniciado se sirve. Las leyes ocultas son con frecuencia opuestas a las ideas comunes. Así, por ejemplo, el vulgo cree en la simpatía de los afines y la guerra de los contrarios; es la ley opuesta la que es verdadera. En otros tiempos se decía: la Naturaleza tiene horror al vacío; es preciso decir: la naturaleza está enamorada del vacío; si así no fuera la física, sería la más absurda de las ficciones.

El vulgo toma habitualmente en todas las cosas, la sombra por la realidad. Vuelva la espalda a la luz y se contempla en la oscuridad que él mismo proyecta. Las fuerzas de la naturaleza están a la disposición de aquel que sabe resistirlas. ¿Sóis bastante dueño de vuestra voluntad para no estar nunca ebrio? ¿Disponéis del terrible y fatal poder de la embriaguez? Pues bien: si queréis embriagar a los demás, inspiradles deseos de beber, pero no bebáis.

 Aquel que dispone del amor de los demás, es porque se ha hecho dueño del suyo. Queréis poseer, no os entreguéis. El mundo está imantado por la luz del sol y nosotros estamos imantados por la luz astral del mundo.

Lo que se opera en el cuerpo del planeta se repite en nosotros. Hay en nosotros tres mundos análogos y jerárquicos como en la Naturaleza.

El hombre es el microcosmos o pequeño mundo, y según el dogma de las analogías, todo lo que está en el gran mundo se repite en el pequeño. Hay pues en nosotros tres centros de atracción y de proyección fluidica; el cerebro, el corazón o el epigastrio, y el órgano genital1.

Cada uno de estos órganos es único y doble, es decir, que en ellos se halla la idea del temario. Cada uno de esos órganos atrae por un lado y repele por el otro. Por medio de estos aparatos, nos ponemos en comunicación con el fluido universal transmitido a nosotros por el sistema nervioso. También esos tres centros son el asiento de la triple operación magnética, como explicaremos en otra parte.

Cuando el mago ha llegado a la lucidez, sea por intermedio de una sonámbula, sea por sus propios esfuerzos, comunica y dirige a voluntad vibraciones magnéticas en toda la masa de la luz astral, cuyas corrientes adivina con la varita mágica. Esa es una varita mágica adivinatoria perfeccionada. Por medio de esas vibraciones, influencia el sistema nervioso de las personas sometidas a su acción, precipita o suspende las corrientes de la vida, calma o atormenta, cura o hace enfermar, da muerte, en fin, o resucita...... Pero aquí nos detendremos ante la sonrisa de la incredulidad. Dejémosle el triunfo fácil de negar lo que no sabe.

Más adelante demostraremos que la muerte llega siempre precedida de un sueño letárgico y que no se opera sino por grados; que la resurrección en ciertos casos, es posible, que la letargia es una muerte real y que muchos muertos acaban de morir después de su inhumanación. Pero no es de esto de lo que se trata en este capítulo. Decíamos, pues, que una voluntad lúcida puede obrar sobre la masa de la luz astral, y con el concurso de otras voluntades que ella absorbe y que ella arrastra, determinar grandes e irresistibles corrientes. Decíamos también, que la luz astral se condensa o se ratifica, según que las corrientes la acumulen más o menos en ciertos centros. Cuando carece de energía para alimentar la vida, se producen enfermedades de descomposición súbita que causan la desesperación de la medicina.

El cólera morbo, por ejemplo, no obedece a otra causa, y las legiones de animáculos observadas o supuestas, por ciertos sabios, pueden ser más bien el efecto que la causa. Sería, pues, necesario tratar el cólera por la insuflación, sien semejante tratamiento el operador no se expusiera a hacer con paciente un cambio demasiado temible para el primero.

Todo esfuerzo inteligente de la voluntad es una proyección de fluido o de luz humana, y aquí importa distinguir la luz humana de la luz astral, y el magnetismo animal del magnetismo universal. Al servirnos de la palabra fluido, empleamos una expresión recibida y, tratamos de hacemos entender por ese medio; pero estamos muy lejos de decir que la luz latente sea un fluido.

Todo nos induciría, por el contrario, a preferir en la explicación de este hecho fenomenal, el sistema de las vibraciones. Sea lo que fuere, siendo esta luz el instrumento de la vida, se fijará naturalmente en todos los centros vivientes; se adhiere al núcleo de los planetas como el corazón del hombre (y por su corazón, entendemos en Magia, el gran simpático) identificándose a la propia vida del será que   anima, y es por esta propiedad de asimilación simpática como se comparte sin confusión.

Es terrestre en sus relaciones con el globo terráqueo, y exclusivamente humana en sus relaciones con los hombres. Es por esta causa por lo que la electricidad, el calórico, la luz y la imantación producidos por los medios físicos ordinarios, no sólo no producen, sino que tienden, por el contrario, a neutralizar los efectos del magnetismo animal.

La luz astral, subordinada a un mecanismo ciego y procediendo de centros dotados de autotelia, es una luz muerta y opera matemáticamente siguiendo las impulsiones dadas o siguiendo leyes fatales; la luz humana, por el contrario, no es fatal mas que en el ignorante que hace tentativas al azar; en el vidente está subordinada a inteligencia, sometida a la imaginación y dependiente de la voluntad. Esta es la luz que, proyectada sin cesar por nuestra voluntad, forma lo que Swedenborg llama las atmósfera personales.

El cuerpo absorbe lo que rodea, e irradia sin cesar proyectando sus miasmas y sus moléculas invisibles; lo propio sucede con el espíritu, de modo que este fenómeno, llamado por algunos místicos el respiro, tiene realmente la influencia que se le atribuye, sea en lo físico, sea en lo moral. Es realmente contagioso respirar el mismo aire que los enfermos y que encontrarse en el círculo de atracción y de expansión de agentes malignos. Cuando la atmósfera magnética de dos personas está de tal modo equilibrada que el atractivo de una aspira la expansión de la otra, se produce un afecto llamado simpatía; entonces la imaginación, evocando así todos los rayos o todos los reflejos análogos a los que ella experimenta, se forma un poema de deseos que arrastran la voluntad, y si las personas son de sexo diferente, se produce entre ellas, o lo más frecuentemente en la más débil de ellas, una completa embriaguez de luz astral, que se llama la pasión propiamente dicha o el amor.

 El amor es uno de los mas grandes instrumentos del poder mágico; pero está formalmente prohibido al magista al menos como embriaguez o como pasión. ¡Desdichado el Sansón de la cábala que se deja dormir por Dalila! ¡El Hércules de la ciencia que cambia su cetro real por el huso de Onfalia, sentirá bien pronto las venganzas de Deyanira, y no le quedará más que la hoguera del monte Eta para escapar a los devoradores tormentos de la túnica de Neso! El amor sexual es siempre una ilusión, puesto que es el resultado de un miraje imaginario.

La luz astral es el seductor universal figurado por la serpiente del Génesis. Este agente sutil, siempre activo, siempre ávido de savia, siempre acompañado de seductores ensueños y de dulces imágenes; esa fuerza, ciega por sí misma, y subordinada a todas las voluntades, sea para el bien, sea para el mal; ese circulus siempre renaciente de una vida indomada que proporciona el vértigo a los imprudentes; ese espíritu corporal, ese cuerpo ígneo, ese ether impalpable y presente en todas partes; esa inmensa seducción de la naturaleza, ¿cómo hacer su completa definición y cómo clasificar su acción? Indiferente hasta cierto punto por sí mismo, lo mismo se presta al bien que al mal; lleva en sí la luz, y propaga a veces las tinieblas; lo mismo puede nombrarse Lucifer que Lucífugo; es una serpiente, pero es también una aureola; es un fuego, pero lo mismo puede pertenecer a las hogueras del infierno que a las ofrendas de incienso prometidas y dedicadas al cielo. Para apoderarse de él es preciso, como la mujer predestinada, aplastar su cabeza con el pie.

Lo que corresponde a la mujer cabalística en el mundo elemental es el agua, y el que corresponde a
la serpiente, es el fuego. Para domar a la serpiente es decir, para dominar el circulo de la luz astral, es precisos conseguir ponerse fuera del alcance de las corrientes, es decir, aislarse. Por este motivo es por lo que Apolonio de Tiana se envolvía completamente en un manto de lana, sobre el cual posaba sus pies y se envolvía la cabeza; después rodeaba en semicírculo su columna vertebral y cerraba los ojos una vez cumplidos ciertos ritos, que debían ser pases magnéticos y palabras sacramentales, que tenían por objeto fijar la imaginación y determinar la acción de la voluntad. 

El manto de Tiana es de uso muy corriente en Magia, siendo también el vehículo ordinario de las brujas que van al aquelarre, lo que prueba que las brujas no iban realmente al sabbat, sino que éste venía a encontrar a las brujas aisladas en su manto, aportando a su diapahana imágenes análogas a sus preocupaciones mágicas, mezcladas con los reflejos de todos los actos del mismo género que se habían verificado anteriormente a ellas en el mundo. Este torrente de la vida universal, está también figurado en los dogmas religiosos por el fuego expiatorio del infierno. Es el instrumento de la iniciación; es el monstruo adornar, es el enemigo a vencer; él es el que envía a nuestras evocaciones y a los conjuros de la Goecia tantas larvas y tantos fantasmas; es en él en donde se conservan todas las formas cuyo fantástico y abigarrado conjunto, puebla nuestras pesadillas, y en el que, aparecen tan abominables monstruos. Dejarse arrastrar suavemente por ese río circulante, es caer en los abismos de la locura, más espantosos que ¡os de la muerte; arrojar las sombras de ese caos y hacer que ofrezcan formas perfectas con nuestros pensamientos, es ser hombres de genio, es crear, es haber triunfado del infierno. …….. La luz astral dirige los instintos de los animales y libra este combate con la inteligencia del hombre, a quien tiende a pervertir por el lujo de sus reflejos y la mentira de sus imágenes, acción fatal y necesaria que dirigen y hacen más funestas todavía los espíritus elementales y las almas en pena, cuyas inquietas voluntades buscan simpatías en nuestras debilidades y no tientan, menos para perdemos que por proporcionarse amigos. 

El libro de las conciencias que, según el dogma cristiano, debe manifestarse el último día, el del juicio final, no es otro que la luz astral en la cual se conservan las impresiones de todos los verbos, es decir, de todas las acciones y de todas las formas. Nuestros actos modifican nuestro respiro magnético de tal modo, que un vidente puede decir, aproximándose a una persona por vez primera, si esa persona es inocente o culpable, y cuáles son sus virtudes o sus crímenes. Esta facultad, que pertenece a la adivinación, era llamada por los místicos cristianos de la primitiva iglesia, el discernimiento de los espíritus. Las personas que renuncian al imperio de la razón y que gustan de comprometer su voluntad en la persecución de reflejos de la luz astral, están sujetas a alternativas de furor y de tristeza, que hacen imaginar todas las maravillas de la posesión del demonio. Es verdad que, por medio de esos reflejos, los espíritus impuros pueden obrar sobre semejantes almas; hacer de ellas instrumentos dóciles y hasta acostumbrarse a atormentar su organismo, en el cual vienen a residir por obsesión o por embrionato. 

Estas palabras cabalísticas están explicadas en el libro hebreo de la Revolución de las almas, del cual nuestro capítulo XIII contendrá un análisis sucinto. Es por tanto, extremadamente peligroso entretenerse con los misterios de la Magia y sumamente temerario practicar los ritos por curiosidad, como ensayo y para intentar reducir potencias superiores. Los curiosos que, sin ser adeptos, se entretienen o se mezclan en invocaciones, o se dedican, sin condiciones, a las prácticas del magnetismo oculto, se parecen a una reunión de niños que jugaran con el fuego en los alrededores de un barril repleto de pólvora: tarde o temprano serían víctimas de una terrible explosión. 

 Para aislarse de la luz astral, no es suficiente aislarse en un genero de lana es absolutamente necesario haber impuesto una quietud absoluta a su espíritu y a su corazón; haberse independizado del dominio de las pasiones y haberse, asegurado de la perseverancia por medio de los actos espontáneos de una voluntad inflexible. 

También es preciso reiterar con frecuencia los actos de esa voluntad, porque, como ya lo veremos en el Ritual, la voluntad no se asegura por sí misma, sino por actos, como las religiones no han adquirido su imperio y su duración sino mediante ceremonias y ritos. Existen sustancias enervadoras que al exaltar la sensibilidad nerviosa, aumentan al poder de las representaciones, y, por consiguiente las producciones astrales; por los mismos medios, pero siguiendo una dirección contraria, se pueden espantar y aun turbar los espíritus. Estas sustancias, magnéticas por sí mismas y magnetizadas, una vez más, por los prácticos, son lo que se llama filtros o bebidas encantadas. Pero no debemos abordar esta peligrosa aplicación de la magia, que el mismo Cornelio Agrippa, califica de magia envenenadora. Ya no existen hogueras para brujos y brujas, pero sí códigos que castigan los delitos de gentes poco escrupulosas. Limitémonos, pues, a comprobar ahora la realidad de este poder. 

Para disponer de la luz astral, es preciso comprenderla doble vibración y conocer la balanza de las fuerzas llamadas el equilibrio mágico y que se manifiesta en cábala por el senario. Este equilibrio, considerado en su causa primera, es la voluntad de Dios; en el hombre es la libertad; en la materia es el equilibrio matemático. El equilibro produce la estabilidad y la duración. La libertad engendra la inmortalidad del hombre y la voluntad de Dios pone en obra las leyes de la razón eterna. El equilibrio en las ideas es la sabiduría, y en las fuerzas el verdadero poder. El equilibrio es riguroso. Si se obsérvese la ley; existe; si se la viola, por ligeramente que sea, no hay mas equilibrio. Por esta razón es por lo que no hay nada inútil ni perdido. Toda palabra y todo movimiento marchan en pro o en contra del equilibrio, o en pro o en contra de la verdad; porque el equilibrio representa la verdad que se compone del pro y del contra conciliados, o por lo menos del equilibrio del pro. Decimos en la introducción del Ritual de qué modo el equilibrio mágico debe producirse y por qué éste es necesario al éxito de todas las operaciones. 

La omnipotencia es la libertad más absoluta. Luego la libertad absoluta no podría existir sin un equilibrio perfecto. 

El equilibrio mágico, es, por tanto, una de las condiciones primordiales del éxito en las operaciones de la ciencia y debe buscarse aun en la química oculta, aprendiendo a combinar los contrarios sin neutralizar al uno con el otro. Por el equilibrio mágico es como se explica el grande y antiguo misterio de la existencia y de la necesidad relativa del mal. Esta necesidad relativa da, en magia negra, la medida del poder de los demonios o espíritus impuros, a los cuales las virtudes que se practican en la tierra dan más furor, y en apariencia aun más fuerza. 

En épocas en que los santos y los ángeles hacían abiertamente milagros las brujas, hechiceras y los diablos, realizaban, a su vez, maravillas y prodigios. Es la rivalidad la que ofrece, a menudo, el éxito; todo el mundo se apoya siempre sobre lo que mas resiste.

ELIPHAS LEVI
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1. Según la tradición taoista de la cual ya Levi ha hecho referencia previamente el cuerpo energético del hombre posee siete centros de energía o chakras de los cuales tres de ellos conocidos como Tan Tien reciben y distribuyen la energía, estos quedan distribuidos aproximadamente al nivel del órgano sexual el primero; una pulgada por encima del ombligo, el segundo; y dentro del cerebro en el hipotálamo, el tercero.

domingo, 9 de octubre de 2016

EL PENTAGRAMA 5 E (He)



Geburah - Ecce

Hasta aquí hemos expuesto el dogma mágico en su parte más árida y más abstracta, aquí comienzan los hechizos; aquí ya podemos anunciar los prodigios y revelar las cosas más ocultas.

El pentagrama expresa la dominación del espíritu sobre los elementos y es por medio de este signo como se encadena a los demonios del aire, a los espíritus del fuego a los espectros del agua y a los fantasmas de la tierra.


Fig. 5. El Pentagrama de Fausto

Armado de ese signo y convenientemente dispuesto, podéis ver el infinito a través de esa facultad, que es como el ojo de vuestra alma, y haceros servir por legiones de ángeles y columnas de demonios.

Primeramente propongamos principios:
No hay mundo invisible; existen solamente muchos grados de perfección en los órganos.

El cuerpo es la representación grosera y es como la corteza pasajera del alma.

El alma puede percibir por sí misma y sin el intermedio de los órganos corporales por medio de su sensibilidad y de su diáphana, las cosas sean espirituales, sean corporales, que existen en el
universo.

Espiritual y corporal son palabras que manifiestan únicamente los grados de tenuidad o de densidad a la sustancia.

Eso que se llama, en nosotros, imaginación, no es más que la propiedad inherente a nuestra alma, de asimilarse las imágenes y los reflejos contenidos en la luz viviente, que es el gran agente magnético.

Esas imágenes y esos reflejos son revelaciones cuando la ciencia interviene para revelamos el cuerpo o la luz. El hombre de genio difiere del soñador y del loco en esto únicamente; en que sus creaciones son análogas a la verdad, mientras que los de los soñadores y de los locos, son reflejos perdidos e imágenes descarriadas.

Así, para el sabio imaginar, es ver, como para el mago hablar es crear.

Se pueden ver realmente y de verdad los demonios, las almas etc. por medio de la imaginación, pero la imaginación del adepto es diáfana, en tanto que la del vulgo es opaca; la luz de la verdad atraviesa a la una como a un mirador espléndido y se refracta en el otro como una masa viscosa llena de escorias y de cuerpos extraños.

Lo que más contribuye a los errores del vulgo y a las extravagancias de la insanidad, son los reflejos de las imaginaciones depravadas las unas en las otras.
Pero el vidente sabe que las cosas imaginadas por él son verdaderas y la experiencia confirma siempre sus visiones.

Ya diremos en el Ritual por qué medios se adquiere esta lucidez.
Por medio de esta luz los visionarios estáticos se ponen en comunicación con todos los mundos, como sucedía con frecuencia a Emmanuel Swedenborg, quien, sin embargo, no era más que imperfectamente lucido, puesto que no discernía los reflejos de los rayos y mezclaba, a menudo, ensueños a sus más admirables sueños.

Decimos sueños, porque el sueño es el resultado de un éxtasis natural y periódico que se llama sueño. Entrar en éxtasis, es dormir; el sonambulismo magnético es una reproducción y una dirección del éxtasis.

Los errores en el sonambulismo son ocasiones por los reflejos del diáphana de las personas despiertas, y especialmente del magnetizador.

El sueño es la visión producida por la refracción de un rayo de verdad; el sueño es la alucinación ocasionada por un reflejo.

La tentación de San Antonio, con sus pesadillas y visiones horripilantes y sus monstruos, representa la confusión de reflejos con los rayos directos. Cuanto más lucha el alma es tanto más razonable; cuando sucumbe a esta especie de embriaguez invasora, es más loca.

Romper la mezcla del rayo directo y separarle del reflejo, tal es la obra del iniciado.

Ahora digamos muy alto que este trabajo lo realizaron siempre algunos hombres selectos en el mundo, que la revelación por intuición es también permanente y que no hay barrera infranqueable que separe las almas, pues no existen en la Naturaleza, ni bruscas interrupciones, ni murallas abruptas que puedan separar a los espíritus. 

Todo es transición y matices, y si se supone la perfectibilidad, si no infinita, por lo menos indefinida, de las facultades humanas, se verá que todo hombre puede llegar a verlo todo, y, por consiguiente, a saberlo todo también, por lo menos en un círculo que puede indefinidamente ensanchar.

No hay nada vacío en la Naturaleza; todo está poblado.
No hay muerte real en la Naturaleza; todo está vivo.
«Veis esa estrella? —preguntaba Napoleón al Cardenal Fesch. —No señor. —Pues bien, yo la veo.»  Y ciertamente la veía.
Por este motivo se acusa a los grandes hombres de haber sido supersticiosos; es que ellos veían lo que el vulgo no puede ver.

Los hombres de genio difieren de los simples videntes por la facultad que poseen de hacer sentir a los demás hombres lo que ellos ven y hacerse creer por entusiasmo y por simpatía.
Estos son los medium del Verbo divino.
Digamos ahora cómo se opera la visión.
Todas las formas corresponden a ideas, pues no hay idea que no tenga su forma propia y particular.

La luz primordial, vehículo de todas las ideas, es la madre de todas las formas y las transmite de emanación en emanación, disminuidas únicamente o alteradas en razón de la densidad de los medios.

Las formas secundarias son reflejos que vuelven al foco de la luz emanada.
Las formas de objetos, son una modificación de la luz y quedan en ella, de donde el reflejo las envía.

Así la luz astral o el fluido terrestre que llamamos el gran agente mágico esta saturada de imágenes o de reflejos de toda especie que nuestra alma puede evocar y someter a su diáphana, como dicen los cabalistas. Estas imágenes las tenemos siempre presentes y son borradas únicamente por las impresiones más fuertes de la realidad durante la vigilia, o por las preocupaciones de nuestro pensamiento que obliga a nuestra imaginación a estar inatenta al móvil panorama de la luz astral.

Cuando dormimos, este espectáculo se presenta por sí mismo a nosotros y así es como se producen los sueños; sueños incoherentes y vagos, si alguna voluntad dominante no permanece activa durante el sueño y no ofrece, a cuenta de nuestra inteligencia, una dirección al sueño que entonces se transforma en ensueño.

El magnetismo animal, no es otra cosa que un sueño artificial producido por la unión, sea voluntaria, sea forzada, dedos almas, una de las cuales vela, en tanto que la otra duerme, es decir, una de las cuales dirige a la otra en la elección de reflejos para cambiar los sueños en ensueños y saber la verdad por medio de imágenes.

Así, pues, los sonámbulos no ven realmente en el sitio a donde el magnetizador los envía, sino que evocan las imágenes en la luz astral y no pueden ver nada de lo que no exista en esta luz.

La luz astral tiene una acción directa sobre los nervios, que son los conductores en la economía animal, acción que llevan al cerebro; así, en el estado de sonambulismo, pueden verlos nervios y sin tener necesidad ni aun de la luz radiante, pues que el fluido astral es una luz latente, como ya la física ha reconocido que hay calórico latente.

El magnetismo entre dos es, sin duda, un maravilloso descubrimiento; pero el magnetismo en uno sólo, es decir, el automagnetismo, volviéndose lúcido a voluntad, y dirigiéndose a sí mismo, es la perfección del arte mágico, y el secreto de esta gran obra no está por descubrir; ha sido conocido y practicado por gran número de iniciados, y, especialmente, por el célebre Apolonio de Tiana, quien nos ha legado una teoría que veremos en nuestro Ritual.

El secreto de la lucidez magnética y de la dirección de los fenómenos del magnetismo, tiende a dos cosas: a la armonía de las inteligencias ya la unión perfecta de las voluntades en una dirección posible y determinada por la ciencia; esto por lo que se refiere al magnetismo entre muchos. 

El auto-magnetismo requiere preparaciones, de que hemos hablado en nuestro primer capitulo, al enumerar y hacer ver en toda su dificultad las cualidades requeridas para ser un verdadero adepto.

Ya esclareceremos este punto importante y fundamental en capítulos sucesivos.

Este imperio de la voluntad sobre la luz astral, que es el alma física de los cuatro elementos, está figurado en Magia por el pentagrama, cuya figura hemos colocado al frente de este capítulo.

También los espíritus elementales están sometidos a este signo cuando se le emplea con inteligencia, y se puede, colocándolo en un circulo o encima de la mesa de las evocaciones, hacerlos dóciles, esto se llama en Magia aprisionarlos.

Expliquemos en pocas palabras esta maravilla. Todos los espíritus creados comunican entre sí por signos y se adhieren todos a un cierto número de verdades expresadas por ciertas formas determinadas.

La perfección de las formas aumentan en razón del desprendimiento de los espíritus, y aquellos que no sientan el peso de la materia o no estén encadenados a ella, reconocen a la primera intuición si un signo es la expresión del poder real o de una voluntad temeraria.

La inteligencia del sabio proporciona pues, valor a su pantaculo, como su ciencia da paso a su voluntad, y los espíritus comprenden inmediatamente ese poder.

Así pues, con el pentagrama se puede obligar a los espíritus a aparecerse en ensueños, sea durante la vigilia, sea durante el sueño propiamente dicho, trayendo consigo, ante nuestra disciplina, su reflejo, que existe en la luz astral, si han vivido, un reflejo análogo a su verbo espiritual, si no han vivido en la tierra. Esto explica todas las visiones, y demuestra, sobre todo, por qué los muertos aparecen siempre a los videntes, sea tales como eran en la tierra, sea tales como están todavía en la tumba, nunca como están en una existencia que escapa a las perfecciones de nuestro organismo actual.

Las mujeres embarazadas están, mas que otras, bajo la influencia de la luz astral, que concurre a la formación de su hijo y que les presente sin cesar las reminiscencias de formas de que ellas están llenas.

También es por esta causa por lo que las mujeres virtuosas engañan, por semejanzas equívocas, la malignidad de los observadores. Imprimen con frecuencia, a la obra de su matrimonio, una imagen que les ha llamado la atención en sueños, y de aquí también que las mismas fisonomías se perpetúen de siglo en siglo.

El uso cabalístico del pentagrama puede pues determinar el rostro de los hijos a nacer y una mujer iniciada podría dar a su hijo los rasgos de Nerea o de Aquiles, como los de Luis XIV o los de Napoleón. Indicamos el medio en nuestro Ritual.

El pentágrama es lo que se llama en cábala el signo del microcosmos, este signo de que Goethe ensalza el poder en el hermoso monólogo de Fausto: «Ah, cómo a esta vista todos mis sentidos se estremecen! Siento la joven y santa voluptuosidad de la vida rebullir en mis nervios y hervir en mis venas. ¿Era un Dios el que trazó este signo que aplaca el vértigo de mi alma, llena de alegría mi pobre corazón, y, en un vuelo misterioso, desvela alrededor de mí las fuerzas de la Naturaleza? ¿Soy yo un dios?

Todo se aclara ante mi viste; veo en esos sencillos trazos la Naturaleza activa revelarse a mi espíritu. Ahora, por vez primera, reconozco la verdad de esta palabra del sabio. ¡El mundo de los espíritus no está cerrado! ¡Tu sentido es obtuso, tu corazón está muerto! ¡En pie! Baña, tu pecho, ¡oh adepto de la ciencia!, todavía envuelto en un velo terrestre, en los esplendores del naciente día!...» (Fausto, 1ra parte, escena 1ra).

Fue el 24 de julio de 1854, cuando el autor de este libro, Eliphas Lévi, hizo en Londres la experiencia de la evocación por el pentagrama, después de haberse preparado con todas las ceremonias que están marcadas en el ritual. El éxito de esta experiencia, detallada en el capítulo XIII de este libro y en el capítulo que lleva el mismo número en el Ritual, establece un nuevo hecho patológico que los hombres de verdadera ciencia admitirán sin esfuerzo. La experiencia, reiterada por tres veces, ofreció resultados verdaderamente extraordinarios, pero positivos y sin ninguna mezcla de alucinación. Nosotros invitamos a los incrédulos a hacer un ensayo concienzudo y razonado, antes de encogerse de hombros y sonreír.

La figura del pentagrama, perfeccionada según la ciencia, y que ha servido al autor para esta prueba, es la que se encuentra al comienzo de este capítulo, y que no se halla tan completa, ni en las clavículas de Salomón, ni en los calendarios mágicos de Tycho Brahe y de Duchenteau.

Observemos únicamente que el uso del pentagrama es muy peligroso para los operadores que no poseen la complete y perfecta inteligencia de él. La dirección de las puntas de la estrella no es arbitraria, y puede cambiar el carácter de toda operación, como ya lo explicaremos en el Ritual.

Paracelso este innovador de la Magia, que ha excedido a todos los demás iniciados por los éxitos obtenidos por si solo, afirma que todas las figuras mágicas y todos los signos cabalísticos de lo pantaculos a los cuales obedecen los espíritus se reducen a dos., que son la síntesis de los demás: el signo del macrocosmos o el sello de Salomón, que ya lo hemos dado y que volvemos a reproducir aquí, y el del microcosmos, más poderoso todavía que el primero, es decir, el pentagrama, del que hace en la filosofía oculta una minuciosa descripción.

Si se nos pregunta cómo un signo puede tener tanto poder sobre los espíritus, nosotros preguntaremos a nuestra vez por qué el mundo cristiano se ha prosternado ante el signo de la cruz.

El signo no es nada por sí mismo, y no tiene fuerza sino por el dogma de que es resumen y verbo.

Ahora bien, un signo que resume expresándolas, todas las fuerzas ocultas de la naturaleza, un signo que siempre a manifestado a los espíritus elementales y a otros un poder superior a su naturaleza les infunde temor y respeto y les obliga a obedecer, por el imperio de la ciencia y de la voluntad sobre la ignorancia y la debilidad.


                                                                   El sello de Salomon

También, por este mismo pentagrama, se miden las proporciones exactas del grande y único atanor necesario para la confección de la piedra filosofal y para el cumplimiento de la gran obra. El alambique más perfecto que puede elaborar la quinta esencia, está conforme con esta figura, y la misma quinta esencia está figurada por el signo del pentagrama.

Eliphas Levi 

sábado, 1 de octubre de 2016

LA CLAVE DE LOS ARCANOS MAYORES




 Arcanos mayores — 1° ternario — 2° ternario — 1° septenario — 2° septenario — Los tres septenarios y el ternario de transición. 

 La diferencia fundamental entre los arcanos menores y los arcanos mayores consiste en que, mientras en éstos se reúnen los números a las figuras, en aquéllos se hallan separados. Los arcanos mayores suman en total 22 láminas, de las cuales una lleva el número cero; por lo tanto, los grandes arcanos o arcanos mayores suman 21 en realidad. La mayoría de los autores que se han ocupado del Tarot han considerado tan sólo estas 22 láminas, sin tener en cuenta las 56 restantes, que sin embargo nos dan la clave general del sistema. Mas dejaremos estas disgresiones para abordar de inmediato la aplicación de la ley "iod-hé- vau-hé" a esta parte del Tarot. La más simple reflexión nos sugiere la idea que deben existir en los arcanos mayores las mismas series que hemos hallado en los arcanos menores. Mas ¿cómo determinar la magnitud de estas series? Cada uno de los arcanos menores llevaba un símbolo, fácil de referir al conjunto (Bastos, Copas, Espadas y Oros); pero el caso aquí es distinto. 

Cada lámina representa un símbolo diferente. Por lo tanto no será el simbolismo lo que pueda guiarnos, al menos por el momento. Además del símbolo, cada lámina traduce una idea. La idea resulta ya una guía mejor, por lo menos es más fácil de clasificar que el símbolo; pero esta guía no ofrece todavía las garantías necesarias, pues se prestará a diversas interpretaciones. Por otra parte, la idea es consecuencia de la acción del símbolo sobre el otro término expresado por la lámina: el número. El número, he aquí por cierto el elemento más positivo, el más fácil de seguir en su evolución. Será entonces el número el que nos guiará; será con su ayuda que descubriremos los otros dos términos. Recordemos la exposición que hiciéramos sobre los números. Con su ayuda hallaremos fácilmente las series de los arcanos mayores. Pero antes hagamos una advertencia: Las series que enumeraremos serán las más generales de todas, mas no las únicas. Esto dicho, consideraremos los cuatro primeros arcanos. 

Los números 1, 2, 3 y 4 determinan de inmediato la clasificación que deberemos adoptar y la naturaleza de sus términos: 1 corresponde a iod y es por lo tanto "activo". 2 corresponde a hé y es por lo tanto "pasivo". 3 corresponde a vau y es por lo tanto "neutro". 4 corresponde a hé e indica la transición. 

Este último arcano, el 4, corresponde al Valet y al 10 de los arcanos menores, por lo tanto constituirá la "iod" de la serie siguiente. Si deseamos esquematizar el primer ternario, 1, 2, 3, podremos hacerlo así:

El término activo (1) se halla en el vértice superior del triángulo, los otros dos en los vértices de la base. 
Este mismo ternario puede también dibujarse según sus relaciones con "iod-hé-vau-hé": 



                                                               SEGUNDO TERNARIO 
Hemos dicho que el "4" se transformaba en la iod o término activo de la serie siguiente. Esto se realiza según las correspondencias siguientes:

El 4, representado por la iod, obrará en presencia del 5 y el 6, del mismo modo como el 1 obra en presencia del 2 y el 3; en consecuencia obtendremos un nuevo ternario:

 El 7 actúa aquí del mismo modo como actuaba antes el 4; lo mismo ocurrirá con todas las series de los arcanos. PRIMER SEPTENARIO La aplicación de una misma ley a términos bastante diferentes nos ha conducido hasta aquí; no abandonemos este procedimiento y digamos: Si en un ternario existe un término activo = iod, un término pasivo = hé, y un término neutro = vau, ¿por qué no habría de ocurrir lo mismo con los ternarios tomados en conjunto? El primer ternario corresponderá entonces a iod, término activo; el segundo ternario corresponderá a hé, término pasivo; y el tercer ternario corresponderá a vau, término neutro, resultado de 1; acción del primer ternario sobre el segundo. Representemos todo esto:

El 7 constituirá entonces el elemento de transición entre un septenario y el que le sigue.

Si ahora fijamos las relaciones de este primer septenario o "iod-hé-vau-hé", obtendremos:

De paso hagamos resaltar una observación importante: el 4 no es otra cosa que el 1 considerado negativamente, del mismo modo que el 5 es el negativo de 2 y el 6 el negativo de 3. Por lo tanto se trata siempre de un mismo número considerado en diversos aspectos. Hemos pues determinado un primer septenario formado por la oposición de dos ternarios. También hemos visto reproducir en este septenario la ley "iod-hé-vau-hé". SEGUNDO SEPTENARIO Lo que es verdadero para el primer ternario debe serlo también para los demás, continuando con el procedimiento propuesto obtendremos un segundo septenario así formado: 


Los dos ternarios, positivo y negativo, se equilibrarán para dar nacimiento al segundo y a su término de transición 13. Así: 



Mas si dos ternarios obran respectivamente como positivo y negativo, no ocurrirá lo mismo con los dos septenarios. El primer septenario, considerado en conjunto, será entonces positivo con relación al segundo, el cual será negativo respecto del primero. El primer septenario corresponde a iod y el segundo a hé. TERCER SEPTENARIO 
El tercer septenario está formado del siguiente modo: 



Si el primer septenario es positivo y el segundo negativo, el tercero será neutro y corresponderá a vau. Tendremos en definitiva: 
1° Un septenario positivo = iod 
2° Un septenario negativo = 
hé 3° Un septenario neutro = vau

Sin embargo cada septenario nos ofrece un término común con el septenario precedente y común también con el siguiente. Luego el 7 es el séptimo término del primer septenario y el primer término del segundo; el 13 es el último término del segundo septenario y el primer término del tercero, etcétera. Resulta de lo dicho que existen tres términos para clasificar: 19, 20, 21. Estos tres términos forman el último ternario, ternario de transición entre los arcanos mayores y los menores, ternario correspondiente a la 2° hé, y que puede ser representado así:

La última lámina, que debería llevar el No 22 según la correspondencia hebraica, cierra el Tarot con una maravillosa figura que traduce su íntima constitución, para quien sepa comprenderla. Ya volveremos sobre esto.



 En definitiva, la gran ley está representada en los arcanos mayores, del siguiente modo.



LA NATURALEZA El primer septenario corresponde al Mundo Divino, es decir Dios. El segundo al hombre. El tercero a la Naturaleza. Y el último ternario indica el tránsito del mundo creador y providencial, al mundo creado y fatal. Este ternario establece la relación entre los arcanos mayores y los arcanos menores. 


Papus